«La PAZ con mayúsculas, no es algo inalcanzable o abstracto, es un trabajo diario que todos tenemos el deber moral de hacer y que consiste en inculcar a los que nos rodean, especialmente a los más jóvenes, valores como el respeto, la justicia, la tolerancia, la lealtad, la honestidad y la igualdad, porque esos son los cimientos que construyen un mundo mejor.
Si lo hacemos, no sólo construiremos una sociedad más justa, sino también más feliz, porque los menores y jóvenes tendrán un objetivo con el que se sentirán útiles y realizados. Las depresiones entre jóvenes y menores han crecido exponencialmente en los últimos años, en gran parte por la falta de valores y de objetivos, el individualismo reinante en nuestra sociedad y la sensación de vivir vidas vacías, superfluas y carentes de sentido. Nos sorprendería ver cómo cambiaría el mundo si a los más jóvenes les descubriéramos la felicidad que pueden experimentar sintiéndose útiles y ayudando a quienes lo necesitan.
Desde el año 1964, cada 30 de enero, se celebra en los colegios el Día Escolar de la Paz y la No Violencia, por ser la fecha en la que murió Mahatma Gandhi, principal exponente de la resistencia pacífica en el mundo. (…)
La lucha por los derechos humanos comienza en casa, en las aulas escolares, en los patios del colegio y se manifiesta cada vez que alguien decide no devolver un insulto, defender a un compañero, compartir su comida con los demás o brindar una sonrisa a quien la necesita.»(Mónica Escamilla»)