CONTRA LO LÍQUIDO, LO CONCRETO

 

Vivimos en una sociedad secularizada en la que se impulsa el culto religioso de forma privada, tratándolo de alejar del día a día, como si todo lo que no se puede ver, oír o tocar debiera dejar de tomar parte en el devenir de nuestra realidad.  No es la primera vez que se vive un proceso de secularización argumentando que priorizar lo material aporta progresos, derechos y en tono general, un avance de la sociedad.

Sin embargo sí es la primera vez que el mundo se enfrenta a un concepto acuñado por el sociólogo Zygmunt Bauman por el que las realidades sólidas de generaciones anteriores se han desvanecido, el conocido como modernidad líquida. El apodo del concepto se refiere a lo provisional y efímeras que se viven las experiencias hoy en día, a que los dispositivos y las redes sociales han cambiado la forma en la que se configuran pensamientos y acciones hasta volverlo todo más intangible.

El Día Internacional contra el  Acoso Infantil nació en 2013 y, de la misma manera que nuestro día a día, ha evolucionado de una forma de agresión con presencia física a una nueva mucho más  licuada. Ya nadie puede dudar de estas nuevas formas de acoso en RRSS haciendo como que si no se puede ver, oír o tocar no existe.  Para algún rezagado le dejo el reto de trasladar con ese mismo criterio lo que es una lágrima. ¿Alguien puede pensar que se trata únicamente de agua y sales minerales por poder verla o tocarla? El único plano físico oculta tras él lo mucho que engloba; en muchas ocasiones sentimientos de dolor como los que se sufren por el acoso, por ejemplo.

Contra esta realidad líquida tenemos el ejemplo de Don Bosco y María Mazzarello como legado infalible: hacer de nuestra presencia con l@s jóvenes la oportunidad de sentirse en un clima de confianza, apoyados y queridos. “Estad siempre alegres” como les decían a sus chicos y chicas no era un bonito eslogan bien publicitado, era la creencia firme de que el crecimiento íntegro de los/las niños/as pasaba por su felicidad, por su bienestar y sobre todo por una experiencia de Dios que no podían guardarse para sí y que debían compartir con una sociedad que también vivía una profunda secularización.

Contra lo líquido, lo concreto; no es casualidad. Nuestro deber como cristianos y como educadores es la suerte de poder colaborar en la prevención del acoso. Tener momentos de oración y de interioridad, jugar, practicar deportes, estudiar -sí también- y realizar actividades de voluntariado les vuelve a situar como niñ@s y jóvenes íntegros; felices por aportar lo que son y situarlos en el centro de la sociedad actual, al igual que Jesús puso a “un niño en medio de todos” (Mt, 18,2) como ejemplo de todo lo bueno.

#TodossomosMornese